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Somatización

(Transtornos Psicosomáticos, relacionados con síntomas somáticos y trastornos de conversión)

Los Transtornos  Psicosomáticos son vividos como reales por el paciente, por eso generan sufrimiento y deterioro funcional.

Los trastornos psicosomáticos se caracterizan por la presencia de síntomas físicos reales o percibidos que no pueden explicarse completamente por una enfermedad médica, o bien están claramente exacerbados por factores psicológicos. Aunque el término “psicosomático” es ampliamente utilizado, en psiquiatría moderna se prefiere hablar de Trastornos de síntomas somáticos, Trastorno de conversión (trastorno neurológico funcional) o Trastorno de ansiedad por la salud (antes hipocondría)

¿Qué síntomas puedo tener?

Trastorno de síntomas somáticos:

  1. Uno o más síntomas somáticos persistentes (dolor, fatiga, molestias digestivas, cardiovasculares, etc.).
  2. Preocupación excesiva, ansiedad o pensamientos persistentes sobre la gravedad del síntoma.
  3. Dedicación excesiva de tiempo y energía a estos síntomas.
  4. No es necesario que el síntoma esté médicamente injustificado, sino que la reacción emocional y comportamental es desproporcionada.

Trastorno de ansiedad por enfermedad:

  1. Preocupación intensa por tener o desarrollar una enfermedad grave, pese a evaluaciones médicas tranquilizadoras.
  2. Alta hipervigilancia corporal, visitas frecuentes o evitación de médicos.
  3. Escasa respuesta a explicaciones médicas.
  4. Búsqueda de información tranquilizadora.

Trastorno de conversión:

  1. Síntomas motores o sensoriales incompatibles con enfermedades neurológicas conocidas como parálisis, debilidad, convulsiones no epilépticas, alteraciones visuales, afonía, anestesia.
  2. El síntoma no se produce de forma voluntaria y no se encuentra explicación médica compatible.
  3. A menudo se asocia a eventos emocionales o estrés agudo.

Tratamientos
con respaldo empírico

La psicoterapia un el tratamiento de elección, siendo la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC) la intervención con mayor evidencia científica. Esta permite reducir el pensamiento catastrófico, mejorar el afrontamiento emocional y la funcionalidad, e incluye entrenamiento en reatribución y desatención corporal. También se consideran efectivas las terapias de tercera generación, como la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), especialmente útil en casos con una lucha constante contra los síntomas, y el Mindfulness, que favorece una conciencia corporal no reactiva. En casos como el trastorno de conversión, se recomienda una terapia interdisciplinar que combine psicoterapia, fisioterapia y trabajo social, abordando el problema desde un enfoque funcional que incluye la rehabilitación, la psicología y la neurología.

 

Otros enfoques útiles

El abordaje terapéutico puede incluir la psicoeducación, explicando la conexión mente-cuerpo de forma clara pero sin invalidar la experiencia del paciente. Es fundamental el entrenamiento en habilidades de afrontamiento, como la regulación emocional, la relajación y la resolución de problemas. En casos con síntomas motores funcionales, se recomienda incorporar fisioterapia o terapia ocupacional. Además, es clave una atención médica coordinada para prevenir la iatrogenia, evitando pruebas innecesarias y la polifarmacia.

Cuándo pedir ayuda

Si los síntomas físicos no se explican por una causa médica y persisten en el tiempo.

Preocupación intensa por la salud y visitas médicas constantes sin hallazgos.

Si los síntomas provocan un deterioro significativo en la vida laboral, social, familiar…

Si existe historia de trauma o sufrimiento emocional sin procesar.

Alta hipervigilancia sobre el propio cuerpo.

Hipersensibilidad a los temas de salud y aislamiento social.