Trastorno depresivo mayor
No debe confundirse con la tristeza pasajera ni con reacciones adaptativas normales a eventos vitales adversos.
La depresión es un trastorno mental frecuente, grave y discapacitante. Se caracteriza por un estado de ánimo persistentemente bajo, pérdida de interés o placer en las actividades, y alteraciones cognitivas, emocionales, somáticas y conductuales. Es una de las principales causas de carga global de enfermedad según la OMS.
La depresión se puede tratar y muchas personas logran sentirse mejor con el apoyo adecuado. Con ayuda profesional, las personas pueden recuperar la ilusión, volver a conectar con sus intereses y retomar proyectos personales que quizás habían dejado de lado.
¿Qué síntomas puedo tener?
Para el diagnóstico clínico, deben presentarse al menos 5 de los siguientes síntomas durante un mínimo de 2 semanas, representando un cambio respecto al funcionamiento previo.
- Estado de ánimo deprimido (la mayor parte del día, casi todos los días).
- Disminución del interés o placer en casi todas las actividades.
- Cambios en el apetito o peso (sin hacer dieta).
- Insomnio o hipersomnia.
- Agitación o enlentecimiento psicomotor.
- Fatiga o pérdida de energía.
- Sentimientos de inutilidad o culpa excesiva.
- Dificultades para concentrarse o tomar decisiones.
- Pensamientos recurrentes de muerte, ideación o intentos suicidas.
Tratamiento
La psicoterapia es actualmente la primera opción recomendada en los casos de depresión leve y moderada. Numerosos estudios han demostrado la eficacia de distintos enfoques terapéuticos basados en la evidencia, que permiten reducir los síntomas, prevenir recaídas y mejorar de manera significativa la calidad de vida de las personas que los reciben.
La terapia cognitivo-conductual, por ejemplo, cuenta con una sólida evidencia y se centra en identificar y cambiar pensamientos negativos, distorsiones cognitivas y conductas evitativas. También la terapia interpersonal ha mostrado gran utilidad para resolver conflictos, afrontar cambios vitales y mejorar las relaciones. Otra alternativa eficaz es la activación conductual, que ayuda a recuperar poco a poco actividades satisfactorias y con sentido.
También las terapias llamadas de tercera generación —como la terapia de aceptación y compromiso o la terapia cognitiva basada en la atención plena— han demostrado resultados prometedores, especialmente en la prevención de recaídas. Todo este abanico de herramientas ofrece la posibilidad real de recuperar el equilibrio emocional y avanzar hacia una vida más plena.
El ejercicio regular ha demostrado tener efectos antidepresivos comparables a la psicoterapia en casos leves.
Cuando los síntomas de la depresión son más graves y se observa un deterioro importante en el funcionamiento personal, social o laboral, la terapia de primera elección es la terapia combinada, que integra el tratamiento psicofarmacológico con la terapia cognitivo-conductual. Esta combinación ha mostrado una eficacia superior, favoreciendo tanto la reducción de los síntomas como la prevención de recaídas y la mejora de la calidad de vida a largo plazo.
Otras intervenciones eficaces
Intervenciones físicas:
La estimulación magnética transcraneal, una técnica no invasiva, puede ser útil en casos de depresión resistente al tratamiento convencional.
Por su parte, la terapia electroconvulsiva es una opción altamente eficaz en cuadros graves, melancólicos o cuando existe riesgo suicida.
Intervenciones complementarias:
La psicoeducación y las estrategias para prevenir recaídas, mejorar el sueño y los hábitos de vida —entre ellos el deporte y la alimentación—, junto con la incorporación de terapias familiares o de pareja cuando existen disfunciones relacionales asociadas.
